En esta entrada comenzamos haciendo referencia al libro “El
escarabajo de Wittgenstein y 25 experimentos mentales más”, que recopila los 26
experimentos más interesantes a lo largo de la historia. Concretamente vamos a
centrarnos en uno de sus capítulos: E de la Evolución de Darwin.
En este capítulo Darwin, tras dar por concluido su estudio
sobre el principio de selección en los humanos, se pregunta si sería posible
que dicho principio pudiera aplicarse también a la naturaleza.
Comenzamos por la observación, donde Darwin tras hacer
referencia a las jirafas y la longitud de su cuello, toma como ejemplo el caso
de un lobo que caza por instinto. Suponiendo que el lobo estuviese apurado por
la comida en determinadas ocasiones, llega a la conclusión de que los más ágiles y veloces de dicha especie tendrían más probabilidades de sobrevivir, y por
tanto de reproducirse.
Sin embargo detectamos un pequeño fallo, en el que se
cuestiona la posibilidad de que este tipo de rasgos (velocidad y agilidad mencionadas
anteriormente) puedan transmitirse, ya que la naturaleza tiende a “difuminar”.
Lo que viene a explicar con este concepto es que la naturaleza no resalta ni
fomenta dichos rasgos aunque sean
ventajosos, al revés, terminarán por desaparecer como fruto inevitable del
cruzamiento.
Pero esto no significa que la evolución este muerta. En
ediciones posteriores de “El origen de las especies” Darwin matizó que el énfasis
cambia de un efecto individual hacia un efecto más colectivo. Es decir, observando
a las especies en grupo se percató de que los rasgos que poseen algunos
individuos para conseguir alimento más rápidamente serían heredados y así las
comunidades a las que pertenecen dichos individuos aumentarían.
Con este experimento
Darwin mejoró su teoría, de hecho la teoría tuvo que evolucionar para
sobrevivir.
Reflexionando sobre este capítulo podemos deducir que lo que
Darwin viene a explicarnos es que las características comunes de las distintas
especies las heredaran sus descendientes; sin embargo las características que
sean diferentes o individuales irán modificándose hasta convertirse en característica
de efecto más colectivo. Resulta
interesante cómo la propia naturaleza puede influir de manera tan significativa
en la evolución de una determinada especie, por lo que podemos afirmar que el
entorno es un factor fundamental en el desarrollo de cualquier individuo.
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